Los Cánones de Dort (1619), 1.8-11

ARTÍCULO VIII.

La elección de todos aquellos que se salvan no es múltiple, sino una sola y la misma, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, pues la Escritura enseña que el beneplácito, el propósito y el consejo de la voluntad de Dios es uno, según el cual nos escogió desde la eternidad tanto para la gracia, como para la gloria, así para la salvación, como para el camino de la salvación, “las cuales Dios preparó de antemano para que anduviéramos en ellas” (Efesios 1:4-5 y 2:10).

ARTÍCULO IX.

Esta elección fue hecha, no en virtud de previsión de la fe,la obediencia de la fe, la santidad ni ninguna otra buena cualidad o disposición, como causa o condición, previamente requeridas en el hombre que habría de ser elegido, sino para la fe y la obediencia de la fe, para la santidad, etc. Por lo tanto, la elección es la fuente de todo bien salvífico de la cual proceden la fe, la santidad y otros dones salvíficos y, finalmente, la vida eterna misma, conforme al testimonio del Apóstol: “según nos escogió en Él antes de la fundación del mundo, (no porque éramos, sino) para que fuéramos santos y sin mancha delante de Él” (Efesios 1:4).

ARTÍCULO X.

La causa de esta misericordiosa elección es únicamente el beneplácito de Dios, el cual no consiste en que Él escogió como condición de la salvación, de entre todas las posibles condiciones, algunas cualidades o acciones humanas, sino en que Él adoptó como un pueblo especial para Sí a algunas personas determinadas de entre la común muchedumbre de pecadores. Como está escrito “(porque aún cuando los mellizos no habían nacido, y no habían hecho nada, ni bueno ni malo, para que el propósito de Dios conforme a su elección permaneciera, no por las obras, sino por aquel que llama), se le dijo a ella —esto es, a Rebeca—: El mayor servirá al menor. Tal como está escrito: A Jacob amé, pero a Esaú aborrecí” (Romanos 9:11-13); “y creyeron cuantos estaban ordenados a vida eterna” (Hechos 13:48).

ARTÍCULO XI.

Y como Dios mismo es sumamente sabio, inmutable, omnisciente y todopoderoso, así la elección hecha por Él no puede ser anulada ni cambiada ni revocada ni destruida, ni los escogidos pueden ser reprobados ni su número disminuido.

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Radio Covenanter: “Lo antiguo es mejor!”

Un teólogo dijo una vez: “La religión evangélica estadounidense tiene mil millas de ancho y una pulgada de profundidad.” En la misma línea, hay “mucho calor donde hay poca luz.”

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The Visible Church, the house of God & gate of heaven

“But its a rich mercy that [professing Christians] are dwelling in the work-house of the Grace of God, within the Visible Church, they are at the pool side, near the fountain, and dwell in Immanuel’s land where dwells Jehovah in his beauty, and where are the Golden Candlesticks, and where there run Rivers of Wine and Milk, such are Expectants of Grace and Glory, to such the Marriage Table is covered, eat if they will.”

-Samuel Rutherford

El decreto eterno

I. Dios desde la eternidad, por el sabio y santo consejo de su voluntad, ordeno libre e inalterablemente todo lo que sucede. (1) Sin embargo, lo hizo de tal manera, que Dios ni es autor del pecado (2), ni hace violencia al libre albedrío de sus criaturas, ni quita la libertad ni contingencia de las causas secundarias, sino más bien las establece. (3)
1. Efesios 1:11; Romanos 11:33, 9:15,18; Hebreos 6:17.
2. Santiago 1:13,17; 1 Juan 1:5.
3. Hechos 2:23; 4:27-28; Mateo 17:12; Juan 19:11; Proverbios 16:33.

II. Aunque Dios sabe todo lo que puede suceder en toda clase de supuestas condiciones, (1) sin embargo, nada decreto porque lo preveía como futuro o como cosa que sucedería en circunstancias dadas. (2)
1. Hechos 15:18; 1 Samuel 23:11-12; Mateo 11:21,23.
2. Romanos 9:11,13,16,18.

III. Por el decreto de Dios, para la manifestación de su propia gloria, algunos hombres y ángeles (1) son predestinados a vida eterna, y otros preordenados a muerte eterna. (2)
1. 1 Timoteo 5:21; Mateo 25:41.
2. Romanos 9:22-23; Efesios 1:5-6; Proverbios 16:4.

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